Ustedes los noctámbulos, presten atención. Ese déficit de sueño que han estado acumulando conlleva consecuencias reales y peligrosas para el cerebro, y no solo porque se sienten soñolientos durante el día. Según nuevas investigaciones, dormir menos de siete u ocho horas cada noche se ha relacionado con el deterioro cognitivo, la pérdida de memoria y posiblemente hasta la enfermedad de Alzheimer.
El doctor P. Murali Doraiswamy, investigador del cerebro en Duke University en Durham, Carolina del Norte, explica lo que hace el cerebro mientras dormimos.
Elimina las toxinas
La mayoría de las personas piensa que cuando duermen, su cerebro también duerme. Pero resulta que partes del cerebro son varias veces más activas durante la noche que durante el día. Una de estas partes es un sistema de drenaje recién descubierto denominado el sistema glinfático, que es como el sistema de reciclaje y aguas negras de la ciudad: su función es eliminar y reciclar las toxinas del cerebro. Una de las proteínas muy activamente recicladas mientras dormimos está implicada en el desarrollo de las placas amiloides, la característica distintiva de la enfermedad de Alzheimer. Nadie ha dicho que el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer se debe solo a la carencia de sueño, pero podría ser un factor.
Repara el desgaste por uso diario
Nuevas investigaciones indican que la carencia de sueño crónica puede causar daños cerebrales irreversibles. Según un estudio en animales llevado a cabo en la University of Pennsylvania, los períodos de desvelo prolongados pueden lesionar las neuronas esenciales para la lucidez y la cognición —y ese daño podría ser permanente—. Dormir por poco tiempo podría también estar relacionado con una reducción del volumen cerebral, aunque no está claro si la contracción del cerebro se debe a la falta de sueño o si un cerebro más pequeño dificulta el dormir. A la luz de los resultados de otros estudios, los científicos han concluido que sustancias químicas secretadas durante las etapas más profundas del sueño son fundamentales para reparar el organismo —incluido el cerebro—.
Impone el orden frente al caos
A medida que nos ocupamos de las actividades diarias, exponemos el cerebro a miles de estímulos —auditivos, visuales y neurosensoriales—. Y le es imposible procesar toda esa información a medida que la recibe. Muchas de las actividades de etiquetado y almacenamiento de memorias se realizan por la noche mientras dormimos. Se parece a lo que sucede en las bibliotecas. Todos los libros en el depósito que se han devuelto durante el día se desempolvan y se catalogan por la noche. Las personas que duermen solo cuatro o cinco horas cada noche y piensan que se han adaptado bien, frecuentemente están equivocadas; las pruebas de memoria demuestran que no están funcionando de manera óptima.
Crea memorias
Una de las sustancias químicas implicadas en la creación de memorias —la acetilcolina— también forma parte del mecanismo de dormir y soñar. Lo que sucede en las personas que comienzan a desarrollar la enfermedad de Alzheimer es que las células del cerebro que producen la acetilcolina se destruyen y las personas dejan de soñar tanto como antes.